martes, 26 de junio de 2007

CRONISTAS




HACIENDA DE SANTA FE DE LOS AHUEHUETES,
TETELCO, TLÁHUAC.

Por Manuel Garcés Jiménez

La ex hacienda de Santa Fe de los Ahuehuetes considerado patrimonio vernáculo de la región del sureste del Distrito Federal esta situada en los límites de la delegación Tláhuac y Milpa Alta. Por la contigüidad con Tetelco se le considera parte de éste poblado que pertenece a Tláhuac, motivo suficiente para comprender su lenta destrucción y abandono, entre otras causas.

Con lo antes citado, la historia del inmueble va de la mano con el pueblo de Tetelco, que como todos estos lugares del sureste del Distrito Federal su origen data del México prehispánico. El vocablo Tetelco proviene de “tetelli” de tetl-piedra y del locativo “co” lugar, lo que vendría a significar “En el montón de piedras”.

Se tiene conocimiento que Tetelco originalmente se llamó “Tetelzingo de los Ahuehuetes”, al menos así lo establecen algunos documentos antiguos, esto se debió presumiblemente a que existieron longevos y míticos árboles de ahuehuete (“viejo del agua”), árboles que tienen la particularidad de desarrollarse en zonas húmedas.

La población se caracterizó especialmente a las actividades relacionadas al campo chinampero, al cultivo de hortalizas propias del lugar donde sus tierras eran abastecidas por los “ojos de agua” que brotaba a borbotones, fue el hábitat de cantidades considerables de animales propios del agua dulce: acociles, pescado blanco, ajolotes carpas y ranas.

De acuerdo a la historia oral narrada por los habitantes oriundos de esta tierra, comentan que el poblado originalmente fue habitado por personas de Mixquic que al cometer algún delito eran desterradas de su terruño y enviadas a Tetelco.

Es fácil de localizar su ubicación, partiendo del poblado de San Antonio Tecómitl, delegación Milpa Alta, rumbo a Chalco, aparece una carretera recta de casi dos kilómetros de largo, culmina con una curva donde salta a la vista -a la derecha, rumbo a San Juan Tezompa- los vetustos paredones casi a punto de caerse, destruidos por el tiempo y por la incuria de las autoridades.

Es importante señalar que las haciendas constituyeron una parte muy importante de la historia de nuestro país, pues estas datan de la época colonial, todas estuvieron relacionadas con la producción de acuerdo al lugar donde fueron levantadas. En el caso de la hacienda de Santa Fe su actividad fue básicamente a la producción de maíz, fríjol, trigo y avena con diversos elementos propios de su actividad, es por ello que no podía faltar la troje, la era y el aljibe, en esta última se depositaba miles de metros cúbicos de agua pluvial consumida durante el año por los peones y los animales de carga. Al estar cerca de la zona lacustre tenía su propio embarcadero, además de la casa principal o casco, la capilla, tienda de raya, la cárcel, las caballerizas y amplios patios.

Fue en el periodo del porfiriato cuando la hacienda se mantenía en todo su esplendor, concurrían a este sitio docenas de peones de los poblados circunvecinos, dando lugar a que se apostaran en la entrada principal del inmueble algunas mujeres campesinas ofreciendo desde las primeras horas del día los tamales, café y atoles de sabores, todo conservado en enormes ollas de barro conocidas como “atolchiuhqueh”, que tenían la propiedad de conservar el calor sobre anafres apostados en un montón de brazas ardientes.

En documentos del Archivo General de la Nación se tienen evidencias respecto a la construcción de esta hacienda, el cual suponemos que fue edificada durante el siglo XVI, esta hipótesis se basa al tener evidencias claras, pues fue en el año de 1703 cuando el inmueble estuvo a la venta por el señor Juan de Uriarte (posiblemente primer dueño), quien la vende a Don Francisco de Ceballos. Datos corroborados por Refugio Palacios en su libro “Historia de San Nicolás Tetelco” (1534-2000), que a la letra dice: “Presentado en la ciudad de Xochimilco por Francisco de Ceballos el 19 de mayo de 1703 para que se le diera posesión de la Hacienda de Santa Fe de los Ahuehuetes conforme a sus títulos”.

Con estos elementos podemos asegurar que esta hacienda fue uno de los primeros inmuebles del sureste del Distrito Federal, cuya finalidad fue el de explotar tanto a las tierras fértiles que se encuentran en los alrededores del cerro del Ayauhquemitl (“En las faldas de neblina”).

En otras fuentes nos señalan que años después fue adquirido por el señor Agustín Marroquín quien seguía manteniendo una cantidad considerable de peones acasillados y otros tantos libres. Después de la revolución se pierde la pista de sus últimos dueños.

Actualmente este histórico inmueble esta en manos a quienes les encomendaron que la cuidaran y ahora se sienten los dueños por tener algunos años de estar habitándola, responsables de su destrucción.

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